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La vitamina D es un micronutriente esencial para la eficiente absorción de calcio en huesos y dientes, además, interviene en el fortalecimiento del sistema inmunológico lo que ayuda a mantener al organismo libre de infecciones. Esta sustancia es muy importante para las personas en todas las etapas de la vida, sin embargo, la deficiencia de vitamina D en la tercera edad acarrea importantes consecuencias en la salud.
La Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile, destaca que cerca de un 100% de los adultos mayores que han sufrido diferentes tipos de fracturas, tienen deficiencia de vitamina D. No contar con el suficiente suministro de vitamina D en esta etapa, incide en el desarrollo de la osteoporosis, una enfermedad propia del adulto mayor que consiste en la descalcificación de los huesos causando riesgo de fractura y con ello disminución de la calidad de vida. La salud de los huesos y la vitamina D se relacionan porque este nutriente facilita el metabolismo óseo del calcio. El micronutriente es procesado por el hígado y los riñones permitiendo una mejor absorción de calcio en los huesos y en consecuencia habrá mayor fortaleza asea. Del mismo modo, la falta de esta sustancia se asocia a la pérdida de fuerza y debilidad muscular pues, la vitamina D ejerce participación en la captación de proteínas y la formación muscular.
La principal forma de que nuestro cuerpo absorba este preciado micronutriente es a través de la luz solar, la piel recibe la vitamina D de los rayos ultravioleta y el organismo se encarga de procesar la cantidad que necesita. Algunos alimentos también proveen la sustancia aunque en menor cantidad debido a que son muy pocos los que contienen este tipo de vitamina, entre ellos se encuentran, los pescados grasos (salmón, atún, sardinas, etc), alimentos de origen lácteo, huevos y algunos cereales fortificados. La vitamina D también está disponible en suplementos farmacológicos que proporcionan la cantidad diaria requerida por el organismo. Es importante consultar con su médico tratante quien cuantas unidades de vitamina D necesita.
Diversas investigaciones centradas en el efecto positivo del Omega-3 en nuestro bienestar son publicadas regularmente. Estudios de grupos de prestigio, como el National Institutes of Health y universidades como Harvard, demuestran que cuando se agregan suplementos y alimentos ricos en los Omega-3 EPA y DHA a la dieta, se contribuye al cuidado del corazón y cerebro. El EPA y DHA son ácidos grasos esenciales del tipo Omega 3 que el cuerpo produce en cantidades insignificantes. Por ello, deben ser incorporados a través de la alimentación, siendo la fuente principal los pescados grasos. Estos contribuyen a mejorar la memoria en adultos mayores, además de actuar como factor protector frente al deterioro cognitivo, disminuyendo el riesgo de desarrollar patologías en el cerebro.
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